Cuando Dios y el Diablo trabajan juntos.

Esta es una reflexión sobre cuando Dios y el Diablo trabajan juntos en bien del universo. O al menos lo hicieron al principio.

Son la lucha eterna entre el bien y el mal, lo bueno que representa Dios y el mal que representa el Diablo, pero hay un momento en que se ponen de acuerdo desde los inicios del surgimiento de la vida en la Tierra; las plantas.

Puede ser así cuando Dios y El Diablo trabajan juntos

Al principio de todo Dios y el Diablo trabajaban juntos o mejor dicho, sus ayudantes enviados, los de Dios trabajaban de la superficie de la tierra hacia arriba, buscando el cielo, los del Diablo de la superficie de la tierra hacia abajo, buscando el sostén y lo que del cielo se escurre con las aguas hacia las profundidades.

Era un acuerdo bien equilibrado, las plantas nacen de sus semillas en la tierra con la humedad enviada desde el cielo con las lluvias y el rocío unas veces y otras desde las profundidades con los manantiales.

Comienzan entonces y germinan afincándose a la tierra con sus raíces para luego elevar al cielo sus hojas y captar la luz de Dios que combinada con el fuego del Diablo hacen el milagro de los montes, bosques, selvas y toda una variada y rica gama de seres vivos del mundo vegetal que son base de la vida en la tierra sirviendo de refugio y alimento por excelencia.

Las plantas son la representación máxima del equilibrio y la lucha de contrarios, mientras más alta es la planta más profundas son sus raíces, mientras más frondosa y amplias sus ramas, más extendidas sus raíces para soportar los vientos de los cielos.

¿Cuándo fue entonces que el acuerdo entre Dios y el Diablo se dañó?

El acuerdo entre Dios y el Diablo se daña cuando supuestamente Eva come de la fruta prohibida del árbol del Edén.

Pero, a qué se llama la fruta prohibida, es acaso el despertar de la malicia o la caída del velo en la diferenciación sexual, no creo sea eso.

En las Sagradas Escrituras, escritas por el hombre, se habla en lenguaje figurado, se adoptan símiles, parábolas y muchas metáforas típicas de seres humanos embriagados por su saber y tal vez por alguna que otra droga alucinógena muy común en tiempos pasados como parte de una cultura para resistir las duras condiciones, para llevar al cerebro a estados semiconscientes en que aflora lo recóndito almacenado y puede que se establezca un tipo de comunicación extrasensorial.

Entonces dicen las Sagradas Escrituras que Eva comió del fruto o la fruta prohibida del árbol del Edén, una manzana, y a partir de ese momento se castiga a toda su descendencia a traer sus frutos al mundo con dolor y al hombre a trabajar con dificultad para alimentarlos a todos, y a la mujer a estar sometida por el hombre.

Bueno, en el matriarcado eso no era así, pero aún hoy se continúa maltratando y discriminando a la mujer, a las hijas de Eva, en la mayor parte de los pueblos de esta sufrida Tierra.

Para ver una teoría sobre a qué se llama como metáfora «la fruta prohibida» y el «árbol del Edén» lean el artículo desarrollado para ello:

«La Fruta Prohibida del Árbol del Edén o la originaria prohibición de las relaciones incestuosas»

¿Por qué hoy se mantiene la eterna lucha entre el bien y el mal?

El acuerdo original entre Dios y el Diablo, ese contrato, es eterno. No caduca en el tiempo.

Las obligaciones contractuales entre Dios y el Diablo se mantienen pero poseen cláusulas al parecer que lo modificaron manteniendo su esencia y fin, perpetuar la especie vegetal para mantener la vida en la Tierra.

A partir de que el ser humano llega a la Tierra comenzaron las dificultades para esa eterna lucha de contrarios, para mantener el equilibrio que existe en la naturaleza desde sus inicios en que se producen cambios cuantitativos y cualitativos, un equilibrio que el ser humano trata de romper y se hace más peligroso hoy.

Entonces… ¿Está el Diablo ganándole la batalla a Dios con su propia creación?

Creación que Dios es incapaz de eliminar porque son a su imagen y semejanza sus hijos y resultado más preciado pero en el cual algún error se cometió al no prever las funestas consecuencias por confiar demasiado en la bondad con que se creó.

Pero Dios y el Diablo seguirán trabajando juntos por los siglos de los siglos hasta el fin como fue pactado en contrato desde el inicio, corresponderá al ser humano como la creación consciente del medio en que habita, rectificar el error, asumir su papel y subsanar el defecto para que en la eterna lucha por el equilibrio sea negado siempre el mal cuando otros se afanan en negar el bien como resultado esos últimos de las consecuencias derivadas del consumo de la «Fruta Prohibida del árbol del Edén».

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