La inversión extranjera en Cuba y la contratación de trabajadores

La contratación de mano de obra para trabajar en empresas de capital mixto en Cuba siempre ha estado a cargo de una entidad empleadora estatal cubana lo que dificulta en gran medida la libertad de la parte extranjera en contratar a trabajadores que según ellos cumplan con lo que piden sin importar lo que para esa función se exige en empresas de capital totalmente cubano.

La nueva Ley para la Inversión Extranjera en Cuba y su reglamento está próxima a aprobarse por el parlamento cubano y este es uno de los puntos álgidos en el futuro desarrollo y aplicación de la ley. Como se dice en la prensa cubana esa es la letra “grande y chiquita” de la mencionada norma.

Tengo mis reservas en cuanto a que sea una entidad empleadora cubana la que decida el 100% de los trabajadores a contratarse para las empresas de capital extranjero y lo digo con las bases de la experiencia propia.
 
Allá por el año 1997 fui llamado por un amigo para que le ayudase a resolver unos asuntos pendientes sobre roturas en impresoras de gran formato en una empresa mixta creo que llamada Telemecanique. En pocos días puse en funcionamiento dos de las tres impresoras y realicé el diagnóstico de la tercera para la gestión de sus piezas y partes de repuesto necesarias para traerlas de alta.
 

El directivo que representaba a la parte extranjera inversora me quiso contratar alegando que habían pasado ya más de cinco ingenieros graduados enviados por la empleadora cubana como parte de la política de empleo a recién graduados y no habían podido resolver tal asunto. Para su sorpresa el departamento de personal le dijo que no me podía contratar porque no poseía el título que se exigía para cubrir la plaza a lo que el directivo extranjero agregó que a él no le interesaba el título y si el conocimiento, que trataran de resolver ese asunto o cancelaría el contrato por no tener libertad para decidir.
 
Al final se fue pues la ley es la ley, y ni para coger impulso se cedió “ni un tantico así”. Se perdió el aporte de divisas y la confianza y seguridad del inversor.
 
Por otra parte una empresa empleadora cubana se presta para la corrupción pues se venderán las plazas como siempre ha sucedido hasta hoy, y eso lo saben todos, no es ningún secreto. Se venden las plazas para ocupar vacantes en empresas de capital extranjero por lo que eso representa para quien la ocupa y quienes tienen en su poder esa decisión se aprovechan de ello.
 

Una mejor opción es dejar a partes iguales la selección de mano de obra, es decir, un 50% lo aportaría la empresa empleadora cubana, con todos los posibles asederos para la corrupción, y el otro 50% lo haría la parte extranjera. También se puede llegar a acuerdo y dejar las proporciones según sean las necesidades y voluntades de ambas partes, pero no dejar el 100 % y tajante, sin más opciones, en manos de una empleadora cubana si es que al final se regresa a esa fuente.

La libertad para la parte extranjera en decidir a quién contratar dará mayor seguridad al inversor y solo deberá exigirse el cumplimiento de las normativas con relación al derecho laboral cubano por desarrollarse la actividad en territorio cubano donde rigen sus leyes. No imponerle a quien invertirá su dinero y viene de lugares con formas diferentes de seleccionar a sus trabajadores unas condiciones que en el mundo moderno tienden a desaparecer. Lo que se busca son habilidades y destrezas adquiridas, en un centro educativo o de forma empírica, pero que sean útiles para el desarrollo de la actividad.
 

Test de aptitud laboral, entrevistas, pruebas teórico-prácticas, períodos de prueba y otros indicadores pre empleo y de convocatoria que demuestren de forma inequívoca que el aspirante está realmente capacitado para desempeñar la actividad laboral requerida deberán ser las principales herramientas en la captación de mano de obra. Inclusive la posibilidad de la capacitación en caso de demostrar la realización práctica pero sin conocimientos teóricos profundos adquiridos en centros educativos.
 
Recuerdo cuando el Ministerio del Transporte lanzó una convocatoria para una empresa mixta con capital canadiense en el año 1996 para la digitalización de mapas sobre planta exterior telefónica (CableCad) y el procedimiento fue bastante riguroso. Se pedían papelitos que avalaran las aptitudes y conocimientos pero se les realizó el examen práctico a todos y no todos los titulados fueron seleccionados por no demostrar en la práctica que conocían lo que se les preguntaba. Además la convocatoria fue abierta, en ella participaron cientos de personas con o sin títulos y certificados. Los resultados fueron asombrosos.
 
No todo el que sabe electricidad e inglés tiene un papel que lo avale, ni todo el que convierte un viejo Ford del año 1953 en un Mercedez Benz del 2012 es ingeniero y sin embargo son más capaces para desarrollar la actividad que los graduados de centros tecnológicos o altos estudios.
 
No siempre un título es respaldo suficiente para demostrar que se tienen los conocimientos y aptitudes necesarias para ser capaz de llevar con calidad y rendimiento una actividad, dada más aún cuando se conoce la pérdida de valores que se sucedió en Cuba tras el período especial y la de fraudes académicos en hasta los altos centros de estudio o de los pagos para la aprobación de exámenes.
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